Nuestro Mar Cantábrico, junto al resto de mares y océanos ocupan tres cuartas partes de la superficie del planeta, de ahí que, escuchemos que debería llamarse Agua y no Tierra.
Los océanos albergan una alta biodiversidad: el 80% de la vida está en el mar. Generan el 50% del oxígeno que respiramos y absorben el 25 % de las emisiones de dióxido de carbono que eliminamos a la atmósfera y esto lo hacen gracias a las microalgas que viven en su superficie.
Funcionan por lo tanto como un regulador medioambiental y además, son fuente de recursos alimenticios, biotecnológicos, turísticos o energéticos muy diversos para la humanidad.
Por todo ello es tan importante estar pendiente de su situación, conocer e investigar su estado y “velar por su salud.”
Uno de las amenazas a las que se ven sometidos los mares y océanos es la relacionada con la contaminación por la presencia de plásticos y microplásticos. Estos segundos, cada vez más comentados y mencionados en los medios de comunicación, son también muy estudiados e investigados, puesto que los daños que pueden hacer al medio marino y a nosotros mismos son importantes y no del todo conocidos.
Los microplásticos son piezas muy pequeñas de material plástico, que no sobrepasan los 5mm de tamaño.
Y, según su origen podemos clasificarlos en:
- primarios cuando llegan en ese formato tan pequeño al medio; por ejemplo, procedentes de lavado de ropa sintética, de roce de los neumáticos con el asfalto o de cosméticos de distinto tipo (son el 15-31% del total) y
- secundarios que se originan a partir de plásticos mayores como bolsas, botellas, redes de pesca… (y abarcan el 69-81% restante).
Todos ellos afectan a la vida marina, entran en los primeros estadios de la cadena trófica y pueden por supuesto llegar hasta el ser humano.
En el área de investigación del Bioparc Acuario de Gijón, estamos trabajado en un proyecto, junto al área de Genética del departamento de Biología Funcional de la Universidad de Oviedo, que pretende, entre otros objetivos, mostrar, cómo estos elementos, los microplásticos, pueden introducirse en el plancton, y concretamente en una especie de zooplancton, la Artemia salina. Estos crustáceos filtradores, son capaces de captar y acumular los microplásticos en su aparato digestivo sin consecuencias fatales para ellos mismos, por lo que, si a continuación son ingeridos por organismos mayores, las sustancias se irán acumulando en los depredadores siguientes y como comentamos anteriormente, acabarían llegando sin duda a nuestras dietas de pescad.
Ilustración 4: Artemia salina con esferas de microplásticos en todo su tracto digestivo
¿Cómo es posible hacer frente a este tipo de contaminación? ¿Cómo podemos enfrentarnos a un problema global desde una perspectiva local?
El conocimiento de la situación es clave para poder solucionarlo, por ello desde el Acuario trabajamos en la divulgación de ésta y otras amenazas que afectan a nuestro medio marino y su biodiversidad. Un área expositiva en el recorrido del Acuario muestra a sus visitantes en qué consisten los microplasticos , cómo afectan al medio , y cómo entran en la cadena trófica marina.
La teoría nos habla de recurrir a las tres R; reducir reciclar y reutilizar, que podemos incluso aumentar hasta las siete R y así hablar de rediseñar, reparar, recuperar y renovar.
Parece complicado, pero realmente no lo es tanto. Por ejemplo, como consumidores tenemos la posibilidad de reducir el uso del plástico, de separarlo para su reciclado o de reutilizarlo…Solo un cambio en nuestra actitud puede suponer un apoyo en el cuidado de nuestro medio ambiente que sin duda no deja de ser nuestro propio cuidado.
Susana Acle Olivo. Responsable de Veterinaria e Investigación en el Bioparc Acuario de Gijón.
(Los estudios mencionados en el artículo se realizan dentro del proyecto Ref. Principado de Asturias AYUD/2021/50967).